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Con los ojos cerrados, sintió la brisa fresca en el rostro mientras el coche pasaba por los verdes pastos. La brisa era refrescante y le infundió una nueva sensación de libertad y felicidad. De repente, la brisa se detuvo al detenerse el coche debido al tráfico generado por el pastoreo de unos adorables corderitos. Al salir del coche emocionada, se dio cuenta de que estaba en un mundo nuevo, donde su única compañía era la radiante belleza de la naturaleza que la rodeaba. Allí, ¡por fin comprendió el significado de la libertad! En este mundo acelerado, donde los smartphones son una necesidad y la vida sin internet podría ser el siguiente paso hacia la locura, hemos olvidado los placeres sencillos de la vida... ¿detenerse un momento? ¿A preguntarse cuánto tiempo ha pasado desde que se sentó un rato, sin hacer absolutamente nada, sintiéndose feliz y satisfecho? La gente tiende a encontrar la felicidad en las comodidades o en las cosas que la rodean... ¡pero el lugar perfecto para empezar a buscarla está justo dentro de uno mismo! La felicidad es como un perfume… ¡puede contagiarse a los demás si tan solo estamos dispuestos a rociarnos unas gotas! Se dice que la verdadera felicidad se alcanza cuando somos la razón de la hermosa sonrisa y la inmensa felicidad de alguien. Así que la próxima vez que veas a alguien triste o deprimido, ofrécele un poco de tu tiempo y apoyo… no cuesta mucho, ¡pero duplica la felicidad en tu corazón!